Ayer se celebró el legado del destacado matemático italiano Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci, cuyo genio reveló una de las secuencias numéricas más fascinantes: la sucesión de Fibonacci. La elección de la fecha, el 23 de noviembre, adquiere un significado especial al escribirse en el formato anglosajón, ya que sus dígitos corresponden a los primeros números de esta asombrosa sucesión.
La sucesión de Fibonacci es una maravilla matemática, una serie infinita de números naturales que comienza con dos modestos 1; los siguientes números son el fruto de la suma de los dos anteriores. Visualizamos así la secuencia: 1, 1, 2, 3, 5, 8… Estos números son conocidos afectuosamente como los ‘hijos de Fibonacci’.
Lo que hace que esta secuencia sea aún más extraordinaria es su presencia en diversos campos científicos. Desde las matemáticas hasta la biología, pasando por la teoría de juegos y las ciencias de la computación, la sucesión de Fibonacci despliega sus virtudes. Pero su encanto no se limita al ámbito académico; la encontramos en la naturaleza, especialmente en elementos que adoptan formas espirales o hélices. El diseño y el arte también rinden homenaje a esta secuencia, manifestándose en escaleras, columnas o vidrieras que siguen esta progresión numérica, atribuyéndole la representación de la belleza.
Fibonacci, un visionario del siglo XIII, descubrió esta intrigante sucesión mientras realizaba viajes comerciales con su padre. Su observación aguda de la naturaleza, en particular el modo en que las parejas de conejos se reproducían, le proporcionó una solución innovadora al problema de la cría de estos animales.
A medida que el tiempo avanzaba, el legado de Fibonacci crecía en importancia. En el siglo XVIII, el científico Johannes Kepler profundizó en la descripción de los números de Fibonacci, mientras que el matemático escocés Robert Simson descubrió la fascinante relación entre dos números sucesivos de la secuencia. En un giro sorprendente, se reveló que cuando estos números tienden a infinito, se aproximan a la proporción áurea, también conocida como la proporción divina.
En el día Mundial de Fibonacci, celebramos la magia de los números y la influencia perdurable de un matemático cuyo descubrimiento continúa asombrándonos y revelándonos las maravillas ocultas de la matemática en el mundo que nos rodea.
Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas