En las últimas décadas, los juegos online han pasado de ser una simple forma de entretenimiento a convertirse en un fenómeno global. Mientras algunos discuten sobre los beneficios cognitivos y sociales de los videojuegos, también es importante comprender el impacto que estos tienen a nivel biológico en quienes los juegan. ¿Qué sucede en el cuerpo y el cerebro cuando pasamos horas frente a la pantalla jugando?

El cerebro es el principal órgano afectado por los videojuegos, ya que procesar información, tomar decisiones rápidas y reaccionar a estímulos visuales y auditivos requiere la activación de diversas regiones neuronales.

Liberación de dopamina: Uno de los efectos más conocidos de los videojuegos es la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Cada vez que un jugador logra un objetivo o supera un reto, el cerebro libera dopamina, lo que produce una sensación de satisfacción. Este ciclo puede crear una sensación de gratificación inmediata y puede llegar a generar comportamientos similares a los de la adicción, debido a la búsqueda constante de esta “recompensa”.

Plasticidad cerebral: Los videojuegos, especialmente aquellos que requieren estrategias complejas, pueden aumentar la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y formar nuevas conexiones neuronales. Esto puede mejorar habilidades cognitivas como la memoria, la atención, la toma de decisiones y la resolución de problemas.

Efectos en la amígdala: Estudios han demostrado que ciertos videojuegos pueden activar la amígdala, una parte del cerebro vinculada con las emociones y el procesamiento del miedo. Aunque esto puede ser beneficioso para el aprendizaje de la autogestión emocional en situaciones de estrés, en juegos excesivamente violentos o competitivos, esta activación constante puede contribuir al aumento de la agresividad o la ansiedad.

Los juegos online también afectan el sistema endocrino, especialmente en lo que respecta a las hormonas del estrés, como el cortisol.

Cortisol y estrés: En juegos que generan una alta demanda emocional o de competencia, el cuerpo responde liberando cortisol, una hormona asociada con el estrés. Si bien el estrés moderado es una parte normal de la vida y puede mejorar el rendimiento cognitivo, un aumento crónico de cortisol debido a largas sesiones de juego puede tener efectos negativos, como la dificultad para concentrarse, problemas de memoria e incluso alteraciones en el sueño.

Desregulación del ciclo de sueño: Los juegos online, especialmente aquellos jugados en la noche, pueden interrumpir la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el ciclo del sueño. Esto se debe a la exposición prolongada a la luz azul de las pantallas, que inhibe la producción de melatonina y puede llevar a insomnio o mala calidad de sueño, afectando a largo plazo el rendimiento cognitivo y el bienestar general.

El impacto de los videojuegos no solo se limita al cerebro. El cuerpo entero puede verse afectado por sesiones prolongadas de juego.

Tensión muscular y problemas posturales: Pasar largas horas sentado frente a una pantalla puede causar problemas de postura, como dolor en la espalda, el cuello y los hombros. El uso repetitivo del mouse y el teclado también puede llevar a lesiones por esfuerzo repetitivo, como el síndrome del túnel carpiano.

Visión y fatiga ocular: La exposición prolongada a la luz de las pantallas puede causar fatiga visual, sequedad ocular y visión borrosa. La fatiga ocular digital, también conocida como síndrome de visión de computadora, es un problema cada vez más común entre los jugadores que pasan largas horas frente a la pantalla sin hacer pausas regulares.

Es importante señalar que no todos los efectos de los videojuegos son negativos. Cuando se juegan con moderación y se eligen juegos que promuevan el aprendizaje y el desarrollo de habilidades, los beneficios pueden ser significativos. No obstante, es esencial encontrar un equilibrio entre el juego y un estilo de vida saludable.

Hacer pausas regulares: Después de cada 30-40 minutos de juego, es recomendable levantarse, estirarse y dar un pequeño paseo para reducir la tensión muscular y mejorar la circulación.

Limitar el tiempo frente a la pantalla: Establecer un límite diario para evitar la sobreexposición a la luz azul y permitir que el cerebro y el cuerpo descansen adecuadamente.

Elegir juegos que fomenten el bienestar mental: Existen juegos diseñados para promover el mindfulness, la relajación y la reflexión, que pueden contrarrestar algunos de los efectos negativos del estrés y la ansiedad.

Los juegos online tienen un impacto significativo en nuestro cuerpo y mente, activando circuitos neuronales, liberando hormonas y afectando nuestra fisiología en general. Como cualquier actividad, es esencial usarlos de manera equilibrada, conscientes de sus efectos biológicos. Si bien pueden ofrecer beneficios cognitivos y emocionales, es importante priorizar la salud física y mental para evitar consecuencias negativas a largo plazo.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas

Nota: imagen creada con IA DE Bing