Vivimos en una era donde la inteligencia artificial (IA) y las tecnologías de la comunicación están transformando radicalmente nuestra forma de enseñar, aprender y comunicarnos. Esta revolución digital ofrece oportunidades pedagógicas sin precedentes, pero también plantea dilemas éticos y morales que como docentes debemos conocer y abordar en nuestras aulas.

¿Por qué los profesores debemos hablar de ética e inteligencia artificial?

La presencia de la IA en plataformas educativas, asistentes virtuales, corrección automática de pruebas, e incluso en aplicaciones que nuestros estudiantes utilizan diariamente, nos interpela directamente. ¿Qué valores están implícitos en estas tecnologías? ¿Cómo influye el uso de IA en la toma de decisiones humanas? ¿Estamos formando ciudadanos críticos y éticamente responsables frente a estos desafíos?

Según la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial de la UNESCO (2021), es urgente que “la educación forme en competencias digitales con un fuerte componente ético”, y que “la IA respete los derechos humanos, la diversidad cultural, y la justicia social”.

Un ejemplo real: Licencias médicas falsas y la erosión de la confianza pública

Recientemente, en Chile se dio a conocer un grave caso de funcionarios públicos que utilizaron licencias médicas falsas para viajar al extranjero. Este hecho, que se hizo viral a través de redes sociales y medios digitales, evidencia cómo el uso irresponsable de tecnologías de comunicación, como los sistemas digitales de salud y la manipulación de datos personales, puede tener consecuencias éticas profundas.

Más allá de la sanción legal, este caso plantea preguntas urgentes:

¿Cómo se verifican estos documentos en un sistema altamente digitalizado?

¿Qué tipo de trazabilidad y fiscalización debería existir en el uso de tecnologías que afectan decisiones administrativas y de salud?

¿Qué responsabilidad tienen los usuarios en el uso ético de estos sistemas?

Tal como advierte Shoshana Zuboff en The Age of Surveillance Capitalism (2019), “cuando los sistemas digitales carecen de un marco ético claro, pueden ser manipulados para fines personales que atentan contra el bien común”.

Otros desafíos éticos clave en la tecnología

Sesgos algorítmicos: La IA aprende de datos históricos. Si estos datos están sesgados, el sistema replicará esas discriminaciones. Cathy O’Neil, autora de Weapons of Math Destruction (2016), advierte que “los algoritmos no eliminan el sesgo humano; lo automatizan”.

Privacidad de los datos: Plataformas educativas y redes sociales recopilan grandes cantidades de información de nuestros estudiantes. Si no se protege adecuadamente, esto puede derivar en abusos o violaciones a la privacidad.

Deshumanización de la educación: Si bien la IA puede asistir el proceso de enseñanza, no puede reemplazar el juicio moral ni la empatía de un docente. Como recuerda el filósofo Byung-Chul Han (2015), “la digitalización empobrece la experiencia humana cuando reduce el pensamiento a datos y decisiones automáticas”.

El rol de los profesores frente a estos dilemas

Desde las aulas, tenemos la misión de desarrollar en nuestros estudiantes la capacidad de cuestionar el uso de la tecnología y de pensar éticamente. Esto no se trata solo de habilidades digitales, sino de valores.

Algunas ideas concretas para llevar al aula:

-Analizar el funcionamiento de algoritmos con ejemplos reales (como el de Netflix, TikTok o Google).

-Debatir dilemas éticos: ¿Debe una IA decidir quién recibe atención médica primero? ¿Es ético alterar datos digitales para beneficio personal?

-Reflexionar sobre noticias actuales que involucren tecnología, como el caso de las licencias falsas, para discutir las consecuencias sociales y morales.

La tecnología avanza más rápido que la reflexión moral sobre su uso. Como educadores, no podemos mantenernos al margen. Tenemos el deber de guiar a nuestros estudiantes no solo en el uso de herramientas digitales, sino en la comprensión crítica de sus implicancias éticas.

La pregunta clave no es qué puede hacer la IA por nosotros, sino qué tipo de sociedad queremos construir con ella. Y en esa construcción, la educación y los valores que promovemos en el aula juegan un rol central.

Por Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas