En el Informe de Desarrollo Humano en Chile 2024 del PNUD, indica que se muestran importantes avances en la cobertura educativa desde la década de 1990, sin embargo, la calidad de la educación continúa siendo un tema de preocupación. A pesar de desempeñarse mejor que muchos países de América Latina y el Caribe, el país aún se encuentra por debajo del promedio de la OCDE en áreas evaluadas por pruebas internacionales como PISA. Un ejemplo claro es que, en 2022, el 56% de los estudiantes de más de 15 años no alcanzó las competencias básicas en matemáticas, una habilidad esencial para resolver situaciones cotidianas.
Este bajo rendimiento no es solo un reflejo del desempeño académico general, sino que también evidencia profundas desigualdades en el sistema escolar chileno. Las brechas de aprendizaje entre estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos son alarmantes. En la prueba SIMCE de 2022, por ejemplo, se observó que los estudiantes de alto nivel socioeconómico tenían 5.6 veces más probabilidades de alcanzar un estándar adecuado en lectura en cuarto básico, en comparación con los estudiantes de nivel socioeconómico bajo. Esta desigualdad aumenta drásticamente en segundo medio, donde las probabilidades se incrementan a 8.1 veces. Las diferencias en matemáticas son aún mayores, siendo 9.5 veces en cuarto básico y hasta 25.4 veces en segundo medio.
Además, el analfabetismo funcional entre la población adulta sigue siendo un problema grave. Según la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos (PIAAC) de la OCDE, en 2016, el 67% de los adultos chilenos mostró un bajo rendimiento en comprensión lectora o razonamiento matemático, lo que limita sus habilidades para realizar tareas básicas y participar plenamente en la sociedad.
Estos datos reflejan no solo la insuficiencia en la calidad de la educación, sino también la necesidad urgente de reformas que aborden tanto la calidad del aprendizaje como la equidad en su acceso.
Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas