En la enseñanza de las matemáticas, muchas veces se ha puesto el foco en la obtención de resultados correctos, dejando de lado algo fundamental: el proceso de razonamiento y justificación que lleva a ese resultado. En países como Finlandia, reconocidos por sus exitosos sistemas educativos, este aspecto ha sido clave. ¿Cómo podemos aplicar ese enfoque en nuestras salas de clases en Chile?
La argumentación matemática no solo fortalece el pensamiento crítico, sino que también permite que los estudiantes comprendan mejor los conceptos, valoren sus ideas y desarrollen habilidades comunicativas al explicar su razonamiento. A continuación, compartimos cuatro estrategias simples pero efectivas que cualquier docente puede implementar:
¿Por qué esta expresión representa el problema?
Invita a los estudiantes a justificar el modelo que construyen para resolver un problema.
Estrategia en clase: Cuando presenten una ecuación o una fórmula, pídeles que expliquen qué representa cada elemento. Esto refuerza la conexión entre lo abstracto y lo concreto.
¿Qué pasaría si cambiamos este valor?
Incorpora pequeñas variaciones al problema original y pregunta cómo afectaría eso a la solución.
Ejemplo en aula: Si el descuento en un producto es del 15%, plantea: “¿Y si fuera del 30%?” Esto los entrena para anticipar resultados y entender relaciones matemáticas.
¿Hay otra manera de resolverlo?
Fomenta el uso de estrategias diversas.
Sugerencia práctica: Da tiempo para que distintos grupos resuelvan un mismo problema y luego comparen métodos. Así se valora la creatividad matemática y se construye aprendizaje colaborativo.
¿Cómo justificas que tu resultado es razonable?
Pide que validen su respuesta con lógica o estimación.
Aplicación: Ante una respuesta numérica, pide que expliquen por qué creen que su resultado es correcto en el contexto del problema. Esto refuerza el pensamiento metacognitivo.
¿Por qué aplicar estas estrategias?
Porque ayudan a transformar las clases de matemáticas en espacios de diálogo, exploración y reflexión. Al poner el foco en la argumentación, los estudiantes no solo aprenden a resolver problemas, sino también a pensar como matemáticos, lo que genera aprendizajes más profundos y duraderos.
Incorporar estas preguntas en la práctica diaria no requiere materiales especiales ni más tiempo, solo una pequeña modificación en el enfoque del docente. Tal como en Finlandia, donde se promueve que los estudiantes expliquen, discutan y defiendan sus ideas, en Chile también podemos cultivar una cultura matemática más reflexiva y activa.
Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas