En la era digital actual, los teléfonos móviles se han convertido en una extensión de nuestra vida cotidiana, proporcionando acceso inmediato a información y comunicación. Sin embargo, cuando se trata del entorno educativo, el uso de estos dispositivos puede tener repercusiones negativas significativas. Diversos estudios científicos han examinado los efectos de los teléfonos móviles en el aula, aportando evidencias que sugieren la necesidad de restringir su uso durante las clases.

Uno de los hallazgos más consistentes en la investigación es que los teléfonos móviles son una fuente significativa de distracción. Un estudio realizado por Beland y Murphy (2016) encontró que prohibir los teléfonos móviles en las escuelas mejora el rendimiento académico de los estudiantes. Este estudio, realizado en escuelas del Reino Unido, mostró que los estudiantes lograron mejores resultados en los exámenes finales cuando los teléfonos móviles no estaban permitidos en el aula. La distracción que causan estos dispositivos interfiere con la atención y la concentración, factores cruciales para el aprendizaje efectivo.

La investigación también ha demostrado que el uso de teléfonos móviles puede afectar la memoria y el proceso de aprendizaje. Ward, Duke, Gneezy y Bos (2017) realizaron un estudio en el que se descubrió que la mera presencia de un teléfono móvil, incluso cuando está apagado o en silencio, reduce la capacidad cognitiva disponible. Este fenómeno, conocido como “cognitive capacity reduction”, implica que la presencia del dispositivo ocupa recursos mentales que de otro modo se dedicarían al aprendizaje y la retención de información.

Además de las distracciones cognitivas, los teléfonos móviles también pueden afectar las interacciones sociales en el aula. Un estudio de Przybylski y Weinstein (2013) encontró que la presencia de teléfonos móviles durante las interacciones sociales puede reducir la calidad de la comunicación interpersonal. En un contexto educativo, esto puede significar menos discusiones en profundidad y menor colaboración entre compañeros, elementos esenciales para el desarrollo de habilidades sociales y de trabajo en equipo.

El uso continuo de teléfonos móviles también está asociado con mayores niveles de estrés y ansiedad. Un estudio de Lepp, Barkley y Karpinski (2014) reveló que los estudiantes que utilizan con frecuencia sus teléfonos móviles reportan niveles más altos de ansiedad y estrés. Este estado emocional puede interferir con la capacidad de los estudiantes para concentrarse y absorber la información durante las clases, perjudicando su rendimiento académico y bienestar general.

Las evidencias científicas proporcionan un argumento sólido para reconsiderar el uso de teléfonos móviles en el aula. Las distracciones cognitivas, la interferencia en el aprendizaje y la memoria, el impacto negativo en las habilidades sociales, y el aumento de estrés y ansiedad son razones de peso para establecer políticas que limiten el uso de estos dispositivos durante las clases.

Si bien los teléfonos móviles ofrecen numerosos beneficios y oportunidades para el aprendizaje, su uso indiscriminado en el aula puede ser perjudicial. Las escuelas y educadores deben considerar estrategias para minimizar estos impactos, como la implementación de políticas que restrinjan el uso de teléfonos móviles durante las clases y la promoción de prácticas que fomenten la concentración y la interacción social saludable. Al hacerlo, se puede crear un entorno educativo más efectivo y beneficioso para todos los estudiantes.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas