Recientemente, Andreas Schleicher, el director de Educación y Competencias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), realizó una afirmación que ha captado la atención de educadores y padres en Chile: el impacto negativo de los celulares en el aprendizaje podría ser incluso mayor que el provocado por la pandemia de COVID-19. Esta declaración abre una nueva perspectiva sobre el uso de dispositivos móviles en el ámbito escolar y plantea preguntas importantes sobre cómo la tecnología está moldeando el futuro educativo de los estudiantes chilenos.

Schleicher, reconocido por su liderazgo en el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA), se ha centrado en el análisis de factores que afectan la calidad educativa. Según él, la introducción de los teléfonos móviles en el aula ha traído consigo una distracción constante, erosionando la concentración y el tiempo efectivo de aprendizaje. La pandemia también tuvo efectos graves en la educación al reducir las horas de aprendizaje presencial y generar brechas de acceso a tecnologías. Sin embargo, Schleicher considera que el efecto de los celulares ha sido más insidioso porque, al ser de uso cotidiano, impacta en la capacidad de los estudiantes para mantener la atención y participar activamente en las clases.

Los datos respaldan esta preocupación: estudios han demostrado que el uso constante de dispositivos móviles en los entornos escolares está relacionado con una disminución en el rendimiento académico, afectando habilidades esenciales como la concentración y el procesamiento profundo de la información. Esta tendencia es especialmente visible entre los estudiantes más jóvenes, quienes aún no han desarrollado plenamente las habilidades de autorregulación necesarias para limitar el uso de dispositivos cuando interfieren con sus estudios.

El efecto de los celulares en el aprendizaje no se limita solo a la distracción. Schleicher señala que la exposición continua a dispositivos móviles está modificando la manera en que los estudiantes interactúan socialmente y se relacionan con el conocimiento. Los alumnos ahora dependen de los dispositivos para tareas sencillas que podrían resolver con habilidades básicas de cálculo o razonamiento, debilitando su autonomía en el aprendizaje.

Además, el uso frecuente de celulares ha reducido las interacciones cara a cara y promovido una cultura de gratificación instantánea, lo cual afecta las habilidades de comunicación y cooperación. Esto es un desafío importante en países como Chile, donde el desarrollo de habilidades socioemocionales es fundamental para formar ciudadanos responsables y comprometidos.

¿Por qué Schleicher considera que el impacto de los celulares es mayor que el de la pandemia? Durante la crisis sanitaria, los desafíos en la educación estuvieron en gran medida fuera del control de los estudiantes y profesores. Sin embargo, con los celulares, el problema es más complejo, pues su uso depende de una regulación interna, tanto de la familia como de las instituciones escolares. A diferencia de la pandemia, que fue un evento temporal, el uso del celular es un factor constante y generalizado en la vida de los estudiantes, y los efectos pueden ser acumulativos y duraderos.

Políticas de uso responsable: Muchas escuelas ya han implementado normas que limitan el uso de celulares en el aula. Sin embargo, no se trata solo de prohibir, sino de educar sobre el uso responsable de la tecnología. Implementar programas que fomenten la autorregulación digital y sensibilicen sobre los efectos de la dependencia a los dispositivos puede ser una vía efectiva.

Fomento de habilidades de concentración: Iniciativas educativas que fortalezcan la concentración y la resolución de problemas de manera independiente pueden ayudar a contrarrestar la influencia de los celulares. Por ejemplo, actividades como la lectura profunda, la práctica de cálculo mental y el trabajo en equipo en actividades analógicas son estrategias que ayudan a restablecer el balance entre el uso de dispositivos y la concentración.

Involucrar a las familias: La educación sobre el uso de dispositivos no debe quedarse solo en la escuela. Es crucial involucrar a los padres en el proceso, ayudándoles a entender cómo el uso excesivo de celulares afecta a sus hijos y dándoles herramientas para fomentar hábitos digitales saludables en el hogar.

Promover actividades sin tecnología: Incluir en el currículo actividades que fortalezcan habilidades como la creatividad, la comunicación y la resolución de conflictos sin la ayuda de dispositivos digitales también podría contribuir a mitigar el impacto negativo de los celulares en el aprendizaje.

Las afirmaciones de Andreas Schleicher han puesto de manifiesto un aspecto fundamental en la discusión sobre el rol de la tecnología en la educación. Si bien los celulares y otros dispositivos tienen un gran potencial para apoyar el aprendizaje, su uso excesivo y no regulado puede ser perjudicial para el desarrollo de habilidades cruciales. La clave, según Schleicher, no está en eliminar la tecnología, sino en gestionarla adecuadamente. Las instituciones educativas, los padres y los propios estudiantes tienen un rol fundamental en este proceso, con el fin de crear un entorno donde la tecnología sea una herramienta de apoyo y no un obstáculo para el aprendizaje.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas