Vivimos en una era digital donde los celulares se han convertido en una extensión del cuerpo humano. Son herramientas útiles, versátiles y casi indispensables para la vida cotidiana. Sin embargo, su presencia en la sala de clases ha generado un debate creciente sobre sus efectos en el aprendizaje, la convivencia escolar y el bienestar de los estudiantes. ¿Qué dicen los estudios? ¿Qué rol deben asumir padres, profesores y estudiantes?

¿Qué efecto tienen los celulares en los aprendizajes?

Diversos estudios internacionales y nacionales han demostrado que el uso de celulares durante las clases suele generar distracciones que afectan directamente la concentración y el rendimiento académico. Las notificaciones constantes, el acceso a redes sociales y la posibilidad de “escapar mentalmente” del contenido de la clase son factores que interrumpen los procesos cognitivos necesarios para aprender.

En palabras simples: si un estudiante revisa su celular mientras aprende matemáticas, su cerebro cambia de tarea, lo que interfiere con la comprensión y memorización de los contenidos. El resultado suele ser una baja en las calificaciones, pérdida de interés y una fragmentación del aprendizaje.

Consecuencias emocionales y sociales

El uso excesivo de celulares no solo afecta el aprendizaje, sino también la salud emocional. Casos de ansiedad, irritabilidad, trastornos del sueño y baja autoestima están siendo cada vez más comunes en adolescentes con uso intensivo de pantallas. Además, muchos jóvenes sustituyen el contacto cara a cara por interacciones digitales, debilitando sus habilidades sociales y su capacidad para resolver conflictos de forma directa.

En el entorno escolar, se han reportado aumentos en el ciberacoso y una disminución en la calidad de la convivencia cuando no existen normas claras sobre el uso de celulares.

¿Qué podemos hacer como comunidad educativa?

Para los profesores:

  • Establecer normas claras y consensuadas sobre el uso de celulares en el aula.
  • Incorporar tecnologías móviles solo cuando sean parte de una estrategia pedagógica bien definida.
  • Promover la reflexión crítica sobre el uso de dispositivos y redes sociales.

Para los padres:

  • Fomentar tiempos libres de pantallas en casa, especialmente durante los momentos de estudio y descanso.
  • Conversar con sus hijos sobre los efectos del uso excesivo del celular.
  • Ser un modelo: los adultos también debemos regular nuestro uso de dispositivos frente a los niños.

Para los estudiantes:

  • Reconocer cuándo el celular interfiere en su aprendizaje o su bienestar.
  • Desarrollar hábitos de estudio que privilegien la concentración y el autocuidado.
  • Usar la tecnología como una herramienta, no como un refugio o escape.

¿Prohibir o educar?

Algunos países han optado por prohibir completamente los celulares en el aula, y los resultados han sido positivos en términos de convivencia y rendimiento. Sin embargo, más que una prohibición absoluta, lo fundamental es educar en el uso responsable y consciente de la tecnología.

Los celulares no son el enemigo. El verdadero desafío es aprender a convivir con ellos de manera equilibrada. Educar en tiempos de tecnología no significa renunciar a ella, sino guiar su uso en favor del desarrollo académico, emocional y social de nuestros estudiantes.

Por Patricio Figueroa M. – Profesor de Matemáticas