En las últimas décadas, Finlandia se ha transformado en un referente educativo a nivel mundial. Mucho se ha dicho sobre su modelo: horarios flexibles, menos pruebas estandarizadas, una fuerte preparación docente y un enfoque en el bienestar del estudiante. Sin embargo, un aspecto menos conocido –pero profundamente valioso para nuestra reflexión como docentes de matemáticas– es cómo promueven la argumentación como eje central del aprendizaje, especialmente en asignaturas como matemáticas y física.

Argumentar no es solo defender una postura: es construir, justificar y evaluar ideas mediante el uso riguroso del lenguaje, la lógica y la evidencia. En el contexto matemático, se relaciona con demostrar conjeturas, explicar procedimientos y validar soluciones. En física, implica interpretar fenómenos, proponer modelos y evaluar supuestos.

En Finlandia, la argumentación no se reserva para las asignaturas humanistas. Desde temprana edad, los estudiantes son alentados a cuestionar, discutir y justificar lo que hacen en clase de matemáticas o física. No se trata solo de obtener la respuesta correcta, sino de explicar el porque detrás de ella.

Un ejemplo concreto ocurre al abordar problemas de álgebra o cinemática. En lugar de pedir que resuelvan una ecuación o apliquen una fórmula, se fomenta el diálogo:

¿Por qué esta expresión representa el problema?

¿Qué pasaría si cambiamos este valor?

¿Hay otra manera de resolverlo?

¿Cómo justificas que tu resultado es razonable?

Esta práctica desarrolla no solo el pensamiento crítico, sino también habilidades comunicativas, metacognición y una comprensión más profunda de los conceptos.

La clase tradicional centrada en el profesor cede terreno a un espacio donde los estudiantes trabajan en pequeños grupos, comparten ideas en pizarras y presentan sus razonamientos al resto. El error se entiende como parte del proceso y no como un fracaso. Esta cultura de aprendizaje fomenta el respeto por distintas formas de pensar y fortalece la confianza académica.

Aunque el contexto chileno es distinto, podemos incorporar pequeñas acciones inspiradas en Finlandia:

Incluir preguntas abiertas en nuestras guías y evaluaciones: ¿Cómo lo resolviste? ¿Podrías haberlo hecho de otra forma?

Fomentar el debate matemático: Dos estudiantes con respuestas distintas pueden dialogar frente a sus compañeros y justificar sus ideas.

Diseñar problemas que generen distintas estrategias: Esto obliga a explicar y comparar caminos diversos hacia la solución.

Evaluar la argumentación como parte del aprendizaje, no solo el resultado final.

La argumentación en clases de matemáticas y física no solo mejora el rendimiento académico: prepara a los estudiantes para enfrentar un mundo complejo, donde deben tomar decisiones informadas, dialogar con otros y sostener sus puntos de vista con claridad y respeto.

Finlandia nos recuerda que enseñar ciencias no es solo transmitir contenido, sino formar ciudadanos capaces de pensar, argumentar y transformar su entorno.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas