El uso de celulares en las aulas ha sido un tema controvertido en las últimas décadas. En Brasil, el debate alcanzó su punto máximo con la aprobación de una ley que restringe el uso de dispositivos móviles en los niveles básicos de las escuelas públicas y privadas, buscando priorizar el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes. Este artículo explora los principales argumentos que motivaron esta decisión, así como las lecciones que podemos extraer para el contexto educativo global.

La presencia de celulares en las escuelas brasileñas se convirtió en un desafío significativo para los docentes. Aunque estas herramientas pueden enriquecer el aprendizaje, su uso desmedido ha generado varios problemas:

Distracción constante: Los celulares son un potente foco de distracción. Redes sociales, juegos y mensajes interrumpen la atención de los estudiantes, dificultando la concentración en las tareas escolares y reduciendo la calidad del aprendizaje.

Reducción de la interacción social: Muchos educadores alertaron sobre la disminución del contacto cara a cara entre estudiantes. En lugar de dialogar o colaborar, los alumnos tienden a aislarse en el mundo digital.

Aumento del ciberacoso: El fácil acceso a dispositivos durante el horario escolar facilitó episodios de ciberacoso, afectando el clima escolar y el bienestar emocional de los estudiantes.

Desigualdades tecnológicas: No todos los estudiantes tienen acceso a dispositivos de última generación. Esto generaba brechas en las actividades que dependían de la tecnología, profundizando la desigualdad educativa.

El gobierno brasileño y los legisladores justificaron la medida en base a varios puntos clave:

Mejorar el rendimiento académico: Estudios realizados en Brasil y otros países demostraron que las aulas libres de dispositivos móviles registran un mejor desempeño académico, ya que los estudiantes están más enfocados en las lecciones.

Fomentar habilidades interpersonales: Sin la constante presencia de celulares, se busca estimular la comunicación directa, la resolución de conflictos y la colaboración entre estudiantes.

Proteger la salud mental: La presión social y la exposición prolongada a las redes sociales durante el horario escolar contribuyen a problemas de ansiedad, estrés y autoestima, especialmente en adolescentes.

Simplificar el rol docente: La medida también responde a una necesidad de los docentes de recuperar el control del aula. La constante batalla para captar la atención de los estudiantes se vuelve menos desafiante sin la competencia de las pantallas.

Aunque la prohibición puede parecer drástica, no es una negación de los beneficios que ofrece la tecnología. Más bien, representa un llamado a regular su uso de forma que priorice el aprendizaje significativo. Algunos educadores y expertos proponen enfoques intermedios, como limitar el uso de celulares solo a actividades pedagógicas planificadas, promoviendo su uso responsable y reflexivo.

La decisión de Brasil plantea una reflexión necesaria: ¿cómo balancear los avances tecnológicos con las necesidades pedagógicas? Si bien la tecnología puede ser una poderosa herramienta educativa, su implementación debe alinearse con objetivos claros y estrategias que eviten los efectos adversos.

En última instancia, la prohibición de celulares en las escuelas brasileñas subraya la importancia de priorizar el aprendizaje, la interacción humana y el bienestar de los estudiantes. Aunque el contexto varía en cada país, esta medida invita a docentes, familias y autoridades a reflexionar sobre cómo construir espacios educativos más efectivos y saludables.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas