Leía un interesante informe que aborda decisiones medioambientales que habitualmente aceptamos sin realizar una análisis de sus efectos, y que aveces están más relacionadas con una “pose ecológica” o campaña publucitaria que con la utilidad que se supone prestarían.
Para entender de mejor forma, creo que es necesario verlo desde una perspectiva matemática, ponerle números a lo que realmente ocurre, por ejemplo: la sustitución de las pajitas de plástico por pajitas de papel, en países que han impulsado este cambio como EE.UU, estás representan el 0,025% del plástico consumido en ese país.
Otras soluciones verdes que se están implementando en varios países, entre ellos Chile, incluso podrían ser más contaminantes que sus contrapartes tradicionales, pues, una bolsa de tela debería usarse muchas veces para que sea menos contaminante que una plástica.
En concreto, una bolsa de algodón orgánico es 20.000 veces más contaminante que una bolsa de plástico. Es decir, resulta más eficaz reutilizar las bolsas antes que cambiarnos a otros materiales (además pueden ser más peligrosos a nivel sanitario).
Se han realizado cálculos para estimar cuántos usos son necesarios durante la vida de una bolsa para igualar el “impacto medioambiental acumulado” (emisiones, gasto de agua, gasto de energía, etcétera) de las de plástico. Resultado:
Se debe tener en cuenta que para producir 1 kg de tejido de algodón requiere más de 40.000 litros de agua en promedio, mayor que la de cualquier vegetal e incluso la mayoría de las carnes.
Dicho de otra forma: resultaría infinitamente más eficaz hacer pedagogía, es decir, campañas de educación a través de los medios de comunicación (y quizá bolsas de plástico un poco más resistentes) para fomentar la reutilización, pero sin demonizar ningún material, particularmente el plástico. El impacto de un material no se explica por sí solo. Usar una bolsa de tela; pues, podría ser lo mejor, pero también lo peor. Todo depende del uso.
Atte. Patricio Figueroa M.
Fuente: xatakaciencia